Dos cuadros que fueron azules y verdes, pasan a tener tonos rosados y rojos. Diferentes lugares, diferentes historias. 

El relieve de todos esos colores se conserva. Diré que es un relieve sumanente necesario, trazos de la experiencia. 

Así como ese dúo es esa metamorfosis, son esas idas y vueltas las que nos llevan a ser quien somos, a condición de estar bien advertidos y creer en ello. 

 

 “Cada promesa es una amenaza; cada pérdida, un encuentro. De los miedos nacen los corajes; y de las dudas, las certezas. Los sueños anuncian otra realidad posible y los delirios, otra razón.

Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos. La identidad no es una pieza de museo, quietecita en la vitrina, sino la siempre asombrosa síntesis de las contradicciones nuestras de cada día.


  En esa fe, fugitiva, creo. Me resulta la única fe digna de confianza, por lo mucho que se parece al bicho humano, jodido pero sagrado, y a la loca aventura de vivir en el mundo”. Eduardo Galeano, "Celebración de las contradicciones", Amares.